EL OTOÑO EN CARRETERA AUSTRAL

  • El término del verano marca una de las mejores estaciones del año para viajar a ruta escénica por excelencia de Chile. Los lagos, glaciares y fiordos representan un mágico contraste con aquellos colores ocres de los árboles a los pies de la cordillera. La experiencia se intensifica, además, gracias a que no hay mucho turista y hay más posibilidades de observar fauna nativa.

 

Un poco más de 1.200 kilómetros de camino que combina el ripio con el asfalto en medio de una naturaleza prístina, en lo que es la Carretera Austral. Una ruta despoblada y salvaje donde son protagonistas los fiordos, los bosques, las montañas, los ríos y los eternos glaciares en los Campos de Hielo. Es un escenario como el descrito, el otoño juega un papel fundamental, tiñendo de vivos colores la carretera más escénica de Chile. “En Aysén podrás estar prácticamente solo debido a que no es un destino sobreexplotado y donde hay tan solo unos 100 mil habitantes”, nos comenta un aisenino. Y es cierto, hay zonas donde es más probable cruzarse con un cóndor o un huemul en la ruta que con un humano, en lo que es considerada como la columna vertebral de la Patagonia chilena.

DESTINOS QUE BRILLAN DURANTE EL OTOÑO

Las cálidas temperaturas aún nos sorprenden entre marzo y mayo, con máximas de unos 17 grados centígrados, y nos permiten recorrer a gusto los distintos poblados y aldeas que nos topamos en el camino. Los días se hacen también cada vez más cortos, por lo que los amantes de la fotografía de paisajes deben estar atentos a los cambios en la salida y puesta del sol. Hay menos turistas y, por ende, mejores opciones para encontrar alojamiento y tours a precios más convenientes. Los animales empiezan a perder el miedo a salir de sus guaridas debido a que el ser humano decidió volver a las suyas. Tal vez por ello es por lo que disfrutamos al máximo de aquel trayecto en vehículo entre Coyhaique y Puerto Río Tranquilo, donde atravesamos el parque nacional Cerro Castillo, uno de los principales hábitats del huemul. Es fascinante el hecho de estar atentos a su aparición, a la vez que llenamos la vista con los bosques caducifolios que tenemos alrededor y a los pies de las montañas en uno de los tramos más altos de la Carretera Austral.

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Pronto nos sorprende el mirador Cuesta del Diablo, donde observamos el valle del Río Ibáñez y donde saboreamos completamente el otoño en Carretera Austral. El parque nacional Cerro Castillo nos ofrece distintas alternativas para hacer trekking y acampar durante una o más jornadas. Muchos buscan alcanzar la laguna Témpanos, que tiene aguas color turquesa a los pies de los picos montañosos.

Un paisaje que el otoño embellece aún más, con bosques de lengas, coigües y ñirres se tiñen de rojo, amarillo, verde y café en los faldeos de la Cordillera de los Andes. Muchas tardes acá son cálidas, con varios días de sol seguidos y noches cada vez más gélidas pero plagadas de estrellas. Las mañanas otoñales también nos hacen alucinar. No es extraño despertar y ver por la ventana una neblina a baja altura, lo cual nos hace sentir que a medida que viajamos por Carretera Austral estamos por sobre las nubes. Debemos entonces imaginar si lo que está por debajo de ellas es un bosque, un lago o un río. Un lago como el General Carrera, el más grande de Chile y donde muchos viajan para conocer sus Capillas de Mármol, las que son más conveniente visitarlas fuera de temporada de verano pues en la época de más calor el nivel del agua aumenta por los deshielos, dificultando la entrada a las cuevas. El intenso azul de sus aguas resplandece durante los días soleados del otoño, y la navegación en Chelenko es más apacible sin la presencia de los fuertes vientos que azotan a la Patagonia en verano. O un torrente como el Baker, que nos permite navegar sus aguas turquesas a la vez que nos rodean lengas, ñirres y otras especies arbóreas que se preparan para botar sus hojas durante el invierno. Esta es una excelente época para viajar en total tranquilidad y calma para practicar la pesca con mosca sin la presencia de turistas.

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Camino al sur, nos encontramos con otra localidad que brilla en otoño: Cochrane. Pequeña y silenciosa, es una parada obligada para quienes viajan hacia Caleta Tortel y el parque nacional Patagonia. El otoño hace de Cochrane un lugar especialmente mágico gracias al brillante tono amarillo que adquieren sus álamos, en especial aquellos que rodean a la principal plaza de la localidad. Es muy recomendable subir a su mirador, desde donde se puede apreciar lo lindo que es esta época del año aquí, más aún con el cálido sol del atardecer. Los colores de los árboles contrastan con las nubes grises que cubren las montañas nevadas de fondo. Algo muy similar es lo que ocurre en Coyhaique, capital regional, donde prevalece el amarillo y el verde de los árboles a los piesel rocoso e imponente cerro McKay.

EL OTOÑO RUMBO A PUERTO MONTT

Hacia la Carretera Austral norte también destacan varios atractivos naturales para disfrutar de la explosión de colores en otoño. Uno de ellos es el lago Yelcho, considerado como uno de los mejores destinos en la Patagonia para la pesca del salmón y la trucha. Su cercanía con el polo turístico que representa Futaleufú es un plus. Nos llama la atención su color esmeralda, el que se ve intensificado durante el otoño. Otros destinos populares cuentan con una gran abundancia de bosque siempre verde, o valdiviano, como también se le conoce, como por ejemplo el parque nacional Queulat. Y Pumalín es otro pulmón verde que bien vale la pena recorrer durante el otoño cuando viajamos al norte rumbo a Puerto Montt. Sus diversos senderos, cascadas y volcanes cercanos son una gozada en esta época del año, cuando los colores del otoño explotan y hacen vibrar nuestros sentidos.

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