RANO RARAKU, LA CANTERA DE MOAIS EN RAPANUI

  • Isla de Pascua es tierra de gigantes. Enormes esculturas talladas en piedra hace siglos por antiguos habitantes de la Isla de Pascua. Hoy una caminata por la ladera de un volcán extinto y en cuyo cráter hay una laguna, permite disfrutar de una gran mayoría de los moais que existen en este destino que vuelve a abrir sus puertas al turismo tras años de cierre producto del covid.

 

Es un lugar de peregrinaje para muchos. Un maravilloso mundo misterioso. Llegamos hasta la Isla de Pascua, Rapanui, la isla donde los gigantes alguna vez caminaron. Allí partimos a conocer uno de los sitios más sagrados de esta tierra isleña, un lugar conocido como la cantera de los moais, o, en otras palabras, una especie de fábrica al aire libre donde alguna vez se tallaron y construyeron estas enormes figuras de piedra. Se trata de Rano Raraku, que uno de los volcanes extintos en Isla de Pascua junto al fotogénico Rano Kao. Vamos hasta allá para recorrer sus senderos y descubrir un poco más de su historia.

Llegamos hasta la Cantera del Volcán Raraku, donde los antiguos pascuenses construyeron el 98% de los moais de Rapanui. En la actualidad hay más de 400 repartidos en toda la Isla. La fábrica de esculturas se ubicó acá pues la piedra volcánica necesaria para la construcción se encuentra en este sector. Las teorías dicen que un moai podía demorarse entre 6 meses y un año en estar completamente listo y entre 5 y 12 personas al mismo tiempo para construirlo. Solo con cinceles de basalto lograban esculturas de unos 4 metros de altura, en lo que era un trabajo bien coordinado. Así, mientras se iba construyendo la figura, el tamaño de su rostro iba a determinar finalmente el tamaño completo del moai. Algunas excavaciones recientes han demostrado además que, bajo la tierra, algunos de los moais tenían tallados petroglifos.

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Los Rapanui hicieron estas estatuas con una tecnología propias de la edad de piedra, con herramientas de piedra con las cuales golpeaban la roca en una forma predeterminada, por lo que era muy clara la labor que cada individuo estaba haciendo. Primero tallaban una roca con forma rectangular y luego le daban forma al moai de manera cuidadosa. Se piensa que los Rapanui consideran que los moais son el rostro vivo de sus ancestros, pudiendo representar unidades familiares a la gente de esta cultura. 

Con el mismo sedimento del Moai se hacía descender a éste por la ladera del volcán en forma vertical con el apoyo de cuerdas, para posteriormente introducirlos en una fosa para terminar de esculpir su espalda. Pero ¿cuándo se cree que comenzaron a crearse estas impresionantes figuras de piedra? Los rapanuis piensan que los primeros de ellos fueron construidos el Siglo IX, hasta aproximadamente el Siglo XVI. Acá en Ranu Raraku están todos los moais en todas sus fases de construcción: recién esculpidos, tumbados, pequeños, grandes, a medio tallar, y algunos ya terminados.

¿Por qué quedaron tantos moais acá abandonados? Expertos sugieren la idea de que los trabajadores hallaban roca demasiado dura para tallar en algún sector del cuerpo de los gigantes. Otros cayeron al piso luego de haber intentado levantarlos. Los restantes eran demasiados ambiciosos en su tamaño.

RAPANUI, TIERRA DE GIGANTES

Mientras recorremos el sendero junto a Rano Raraku, descubrimos de pronto el moai más grande que se ha descubierto. Está de espalda al piso por cuanto quedó a medio terminar, mide unos 25 metros de altura y pesa unas 250 toneladas. Probablemente el doble que cualquier otro de estos gigantes en la isla. Más adelante, y justo en un mirador con vistas al mar, vemos al moai Tukuturi, que es uno de los primeros que se construyó y en el cual se observa a la figura de rodillas mirando hacia el cielo. A lo lejos se aprecia el ahu Tongariki, la plataforma con moais que iremos pronto a visitar.

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Allí decidimos continuar por la ruta rumbo a la laguna del cráter, pero el camino se vuelve más angosto y pedregoso, por lo cual se torna un poco más complejo. Son 160 metros de altura los que debemos ascender hasta alcanzar el cráter del volcán, el cual desde las alturas parece un bol, que tiene un diámetro de aproximadamente 700 metros y donde existe una laguna de agua dulce de unos 7 metros de profundidad con harta vegetación, con algunos sectores con acantilados de tierra. En la laguna encontramos la planta de totora, y aprovechamos la instancia para sentarnos y contemplar el paisaje.

En este lugar se hacen competencias similares a un triatlón durante la celebración del Tapati Rapa Nui, en febrero, donde los hombres de la isla corren alrededor de la laguna a pie descalzo cargando 20 kilos de plátano, para luego cruzar la laguna nadando y en embarcaciones de totora con un remo.

AHU TONGARIKI AL AMANECER

Tras el descenso, nos dirigimos al Ahu (plataforma) Tongariki, probablemente el más impresionante de la Isla. Aquí encontramos 15 gigantescas figuras posadas en una plataforma junto al mar y acantilados, y restauradas gracias al apoyo del gobierno japonés. Algunos de los moais aún conservan una corona (pukao) hecha con piedra volcánica roja llamada scoria, la cual se extrae del otro extremo de la isla, de ma´unga Terevaka. Hay lindas postales porque es un espacio muy amplio, con una esplanada enorme en donde crece vegetación junto a roca volcánica. Es muy recomendable ir a ver el amanecer alrededor de las 6.30, por cuanto uno observa la salida del sol detrás de los moais. Se dice que miran hacia el interior de la Isla de Pascua para proteger a sus habitantes.

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